En la gestión industrial, donde la optimización de costos y la continuidad operacional son la prioridad, la gestión del agua en calderas emerge como un factor crítico, con un impacto directo en la eficiencia, seguridad y rentabilidad a largo plazo. Lejos de ser un simple gasto, un programa de tratamiento de agua riguroso es una inversión estratégica fundamental para proteger los activos más valiosos y asegurar una operación robusta y confiable. Para un profesional del sector, la comprensión de los mecanismos y los beneficios de un tratamiento adecuado es indispensable para una gestión proactiva.
El agua sin tratar, o tratada de manera deficiente, contiene impurezas disueltas y gases que, bajo las altas temperaturas y presiones de una caldera, se convierten en agentes destructivos. Estos son los principales problemas que un tratamiento de agua aborda de manera preventiva:

Incrustaciones (Scaling)
La presencia de sales de dureza, principalmente carbonatos de calcio y magnesio, provoca la formación de incrustaciones en las superficies de transferencia de calor. Estas capas de sedimento, que actúan como un aislante térmico, reducen drásticamente la eficiencia de la caldera. Para mantener la producción de vapor, es necesario consumir más combustible, lo que se traduce en un aumento significativo de los costos energéticos. Desde una perspectiva técnica, una capa de incrustaciones de solo 1 mm puede aumentar el consumo de combustible hasta en un 7% (Spirax Sarco, 2023). A un nivel más crítico, la incrustación puede provocar un sobrecalentamiento localizado en los tubos de la caldera, debilitando el metal y, en el peor de los casos, llevando a la rotura del tubo y una falla catastrófica. El tratamiento de agua utiliza productos químicos secuestrantes o sistemas de ablandamiento de agua para precipitar o eliminar estos minerales antes de que puedan depositarse.
Corrosión
Existen dos tipos principales de corrosión en calderas:
- Corrosión por Oxígeno: El oxígeno disuelto en el agua es extremadamente corrosivo a altas temperaturas. Ataca las superficies metálicas de la caldera y del sistema de retorno de condensado, formando picaduras (pitting) que pueden perforar las tuberías. Un desaireador térmico y el uso de secuestradores de oxígeno son clave para eliminar este gas y proteger la integridad del sistema.
- Corrosión por pH: Un pH inadecuado del agua puede causar corrosión generalizada. Un pH bajo (ácido) ataca el metal, mientras que un pH demasiado alto puede provocar corrosión cáustica. El tratamiento de agua incluye el uso de productos químicos alcalinizantes para mantener el pH del agua de la caldera en el rango óptimo (generalmente entre 9.5 y 11.5), minimizando así el riesgo de corrosión.
Arrastre de Vapor (Carryover)
El arrastre de vapor ocurre cuando el agua de la caldera es arrastrada junto con el vapor producido. Esto se debe principalmente a altas concentraciones de sólidos totales disueltos (TDS) o a un control deficiente del nivel de agua. El arrastre contamina el vapor con sólidos y productos químicos, lo que puede causar:
- Daños en equipos aguas abajo: Los sólidos arrastrados pueden erosionar álabes de turbinas o dañar instrumentos de medición y válvulas, requiriendo costosos mantenimientos o reemplazos.
- Reducción de la eficiencia del proceso: Un vapor de baja calidad afecta directamente los procesos que dependen de su energía, como los intercambiadores de calor.

Un control riguroso de los sólidos disueltos a través de la purga de fondo (blowdown) y el uso de agentes antiespumantes son prácticas clave para asegurar la calidad del vapor.
Frente a estos riesgos, un programa de tratamiento de agua bien implementado ofrece beneficios tangibles y estratégicos:
- Ahorro Energético y de Combustible: Al prevenir las incrustaciones, se optimiza la transferencia de calor, lo que reduce el consumo de combustible.
- Mayor Vida Útil y Menos Mantenimiento: La prevención de la corrosión y las incrustaciones prolonga la vida útil de la caldera y sus componentes, reduciendo la frecuencia y el costo del mantenimiento.
- Vapor de Calidad Consistente: Un vapor puro y de alta calidad asegura la uniformidad de los procesos industriales y protege los equipos sensibles que utilizan el vapor.
- Mayor Seguridad: Al proteger la integridad física de la caldera, se minimizan los riesgos de fallas catastróficas, garantizando un entorno de trabajo más seguro y cumpliendo con las regulaciones.
- Confiabilidad y Continuidad Operacional: Una caldera que opera de manera eficiente y con un mantenimiento predecible se convierte en un activo confiable que asegura la continuidad de la producción, minimizando las interrupciones no planificadas.
El tratamiento de agua en calderas no es un gasto que se deba minimizar, sino una decisión estratégica para la protección de activos, la continuidad de la producción y la eficiencia global de la operación. Es clave para una gestión proactiva y exitosa en un entorno industrial cada vez más competitivo y exigente.
Escrito por: Paulo Aravena, Gerente General, Energix Chile
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